“La oscuridad no puede expeler a la oscuridad, sólo
la luz puede hacerlo”.
Martin Luther King, Jr.
Nos habíamos quedado a oscuras, sumidos en el terror
y desesperanza que implica la expropiación forzosa
de la mitad de los residentes del barrio San Mateo, barrio
aledaño al Museo de Arte de Puerto Rico. En agosto
del 2004 se encendió una luz en el barrio San Mateo.
Sin pedirle permiso a nadie un grupo de vecinos y artistas,
armados del deseo de ser agentes de reflexión y cambio
social, abrimos las puertas, en agosto del 2004, del Museo
del Barrio, la casa de todos, en la calle Candelaria 346,
barrio San Mateo de Cangrejos en Santurce. Seis meses después,
aún estamos aquí a pesar de las reiteradas amenazas
inminentes de demolición y total extinción ante
el plan de expropiación forzosa que el gobierno le
ha vendido al país como la revitalización de
Santurce.
¿Cómo hemos sobrevivido a pesar de que no contamos
con apoyo alguno económico y nos enfrentamos a un operativo
poderoso del Gobierno en contra de nuestra existencia? Pudieran
ser varias las razones. Las más obvias serían
el deseo de sobrevivir, el querer proteger la identidad de
nuestro barrio y el estar comprometidos con la transformación
de nuestro entorno, entre otras.
Pero el verdadero motivo y razón de estar aquí,
aún, y más comprometidos que nunca en promover
la transformación social urgente en nuestro país,
es que estamos utilizando como herramienta de cambio el arte.
Y es a través del arte que podemos cuestionar las suposiciones
más enraizadas en nuestra sociedad, como las fronteras
entre lo individual y lo colectivo, los prejuicios, el pasado
y el presente, el progreso, en fin todo nuestro sistema que
dice ser desarrollado, pero que es capaz de cometer grandes
y graves errores como el de la exterminación de un
barrio que fue cuna de la ciudad.
Este espacio, en su corta existencia, ha demostrado que para
promover la libertad hay que permitir la libre expresión,
que para hacer justicia hay que permitir la participación
y el acceso sin discriminación o censura, que para
cultivar el respeto y amor por lo nuestro hay que invitar
al arte y la educación.
Así, esta casa de todos ha llevado a su comunidad
y a todos los que han llegado actividades que promueven el
intercambio de ideas y de experiencias tales como conferencias,
cortos documentales, reuniones comunitarias y exhibiciones
de arte. El eje de su visión social es la creencia
de que la expresión cultural y artística es
un medio poderoso para crear cambios sociales profundos y
duraderos.
Esta sencilla propuesta de un espacio de arte y comunidad
pone en entredicho y cuestiona también la existencia
y las grandes exigencias económicas de las instituciones
culturales del país. Muchas no le sirven al pueblo
directamente y centran sus actividades en la presentación
pasiva de una historia cultural desconectada de las realidades
de la mayoría de los que habitamos este país.
Las instituciones desligadas del pueblo y de sus artistas
pierden su vitalidad. Y cuando le dan la espalda a la comunidad
dejan de promover el arte y su entendimiento.
Es precisamente de la vitalidad del intercambio e interacción
más diversa que se nutre el Museo del Barrio. Proponemos
un espacio para el diálogo, el aprendizaje, la protesta
y la propuesta. El Museo del Barrio este año 2005 quiere
ser protagonista en crear la dialéctica entre el arte
y la comunidad, entre la identidad individual y el colectivo.
El arte es la lámpara, la luz somos nosotros, la gente
de los barrios.
Mary Anne Hopgood
Museo del Barrio
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